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12 de enero de 2014

Estudios (III) Transferencias


David Szauder
Sucede que a veces la enfermedad se contagia y deliras la fiebre del otro pensando que son tuyos su pecho, su sexo, saliva, su dolor indomable. Aspiras su muerte como tu muerte misma y no te cansa. 

No te canses de mi muerte nunca. Por favor, te ruego, no te canses de mi afinidad oscura, no te canses de mi sed, de mis divisiones, ni del delirio de mis ojos cuando las tardes sangran y necesito sentarme a decir y no te miro porque mirarte es que veas en mis ojos sangrar las tardes. No te canses de mi intermitencia. Ni de la repugnancia que siento por la hipocresía. No te canses de mi aliento, de mi boca haciendo aguas al lamerte, de la ansiedad que a veces me aplasta el esófago y no me deja hablar, ni exigir, ni llorar. No te canses de mi yo maligno porque se está curando. Se disipa gracias a ti amor mío. Gracias al veneno de tu lengua. No te canses porque he diseñado un plan perfecto para estas mareas negras que estallan por dentro y no dejan que a veces pueda decirte cuanto te necesito, lo mucho que siento ofenderte. Estoy en las fotos que no te muestro por vergüenza, en las que aparezco desnutrida, enfadada con porque el sol no calienta mis costados. Estoy en el amor que siento por las tumbas y las cruces y por la maleza salvaje que trepa por ellas y las destruye. Yo trepo las palabras de los otros cuando las mías propias me hacen caer o me obligan a huir. 

Mi enfermedad es una herencia que asumo humilde. 

Ahora me doy cuenta. Ahora ya no lucho contra ella. No lo hagas contra mí. No te canses de mi muerte amor mío. Aprendo poco a poco de la niebla que desciende y se cierra sobre sí misma. No te canses de mis succiones, de lo vital de mi pérdida. No te canses de mi tumor maligno. De mi recuerdo. De mi amor. Mía entera. No te canses. Te enseñaré como no malherirnos si tú quieres. Sin que enfermes y te pudras como a veces yo lo hago. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta desnudez está a la altura solamente de unos pocos. Solamente de los grandes.

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